Mensaje a los participantes del encuentro “Bien común: teoría y práctica”

Una defensa integral de la vida

22 noviembre 2024

«Una defensa de la vida... que no tiene en cuenta de forma integral todas las dimensiones existenciales, sociales y culturales, corre el riesgo de ser ineficaz y puede caer en la tentación de un enfoque ideológico»: lo ha escrito el Papa Francisco en un mensaje a los participantes del encuentro “Bien común: teoría y práctica”, organizado por la Pontificia Academia para la vida que tuvo lugar en la tarde del 14 de noviembre, en el Vaticano.

Me alegra mucho dirigir mi cordial saludo a los participantes del encuentro “Bien común: teoría y práctica”, organizado por la Pontificia Academia para la Vida.

Dentro de las múltiples reflexiones sobre el tema del bien común, el encuentro es particularmente significativo por al menos dos motivos.

El primero es que está promovido por la Pontificia Academia para la vida. Si realmente se quiere custodiar la vida humana en cada contexto y situación, no se puede prescindir de colocar los temas de la vida, también los más clásicos del debate bioético, en el contexto social y cultural en el que tales fenómenos suceden. Una defensa de la vida que se limita solo a algunos aspectos y momentos y que no tiene en cuenta de forma integral todas las dimensiones existenciales, sociales y culturales, corre el riesgo de ser ineficaz y puede caer en la tentación de un enfoque ideológico donde se defienden más los principios abstractos que las personas concretas. La búsqueda del bien común y de la justicia son aspectos centrales e imprescindibles de cualquier defensa de toda vida humana, sobre todo las más frágiles e indefensas, en el respeto de todo el ecosistema que habitamos. El segundo motivo que quisiera subrayar es que en este evento estarán presentes dos mujeres con responsabilidad y procedencias diferentes. Necesitamos, en la sociedad como en la Iglesia, escuchar voces femeninas; necesitamos saberes diferentes que cooperen en la elaboración de una reflexión amplia y sabia sobre el futuro de la humanidad; necesitamos que realmente todas las culturas mundiales puedan ofrecer su contribución y expresar necesidades y recursos. Solo así podemos “pensar y generar un mundo abierto”, como deseé en el Capítulo III de mi encíclica Fratelli tutti.

Con referencia a esta encíclica, deseo remarcar que la fraternidad universal es, de alguna manera, una forma “personal”, cálida, de entender el bien común. No simplemente una idea, un proyecto político y social, más bien una comunión de rostros, de historias, de personas. El bien común es en primer lugar una práctica, hecha de acogida fraterna y de común búsqueda de la verdad y de la justicia. En nuestro mundo marcado por tantos conflictos y contraposiciones que son fruto de la incapacidad de levantar la mirada más allá de los intereses particulares, es de gran importancia recordar el bien común, una de las piedras angulares de la doctrina social de la Iglesia. Necesitamos teorías sólidas económicas que asuman y desarrollen este tema en su especificidad, para que se pueda convertir en un principio efectivamente inspirador de las elecciones políticas (como he indicado en mi encíclica Laudato si’) y no solamente una categoría tan invocada en las palabras y tan ignorada en los hechos.

De corazón os bendigo a todos, pidiendo, por favor, que recéis por mí.

Ciudad del Vaticano, 12 de noviembre 2024

FRANCISCO